Luca llegó a nuestra casa revolucionando nuestros corazones. Con él aprendimos a mirar por las rendijas de los rincones más periféricos y perdidos de nuestra finca, a observarlo escurrirse como las lagartijas y a amar intensamente. Su despedida estuvo llena de nudos en la garganta y lágrimas en los ojos, pero los niños y niñas de ALaire pudieron ponerle palabras a su amistad con él, a la magia que nos encandilaba de Luca y a la tristeza que nos dejó su adiós.
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